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Innumerevoli Lacrime: Una Promesa Rota | Cap. 1, Pt. 2: Recuerdos...

11/3/14
Aviso: es un capítulo muy largo.
Recuerdo que desperté y me encontré bajó el agua. Me desperé y traté de nadar hacía la superficie, creyendo que me iba a hogar. Pero la verdad era que gracias a un hechizo yo podía repirar bajo el agua. Esto me calmó un poco y pude nadar hasta la orilla tranquilamente. Pero cuando saqué mi cabeza del agua y repiré el aire, sentí algo raro, muy raro, pero no pude descubrir que era ya que tenía otras cosas de las que preoucparme más. Me senteé bajo la sombra de un árbol y posando mi cabeza sobre mis rodillas me quedé ahí a pensar y procesar todo lo que había vivido, tratando de recordar que había pasado. Pero lo que más me perturbaba y deseaba saber era: ¿cuánto tiempo había pasado?
     El cielo era claro, no azul en los tiempos de mi niñez, y el viento acariciaba las hojas de los árboles. Deducí que era principios otoño, pero nada más descubrí observando mis entornos. Cuando ya empezaba a anochecer, decidí explorar el lugar, y esperar de algún modo encontrara yuda o un lugar en donde vivir de incógnito. Caminé a través de los bosques, a veces parándome a contemplar la gran altura de los árboles, pinos y robles. Con cada paso me sentía más y más fuera de lugar, como si yo no encajara  en esta época o como si estuviera en otro tiempo, donde ya se había olvidado la existencia del reino de Domino.
     Seguí caminando tratando de ignorar aquellos raros sentimientos, dejando que mis pies me guiaran a donde ellos querían. Pero no pude dejar de fijarme en la luz de la luna, que casualmente siempre me alumbró a lo largo del camino y me ayudaba a distinguir entre los árboles y ver un poco más allá. Habían pasado ya unas dos horas y según yo creí que ya eran cerca de las siete de la noche, hora en la que yo cenaba con mi familia en mi hogar. Bueno, no toda mi familia... De repente mi mente se concentró en los recuerdos del pasado, y en todos los buenos tiempos que había tenido con mis padres y las amigas de mi madre, y con las hijas de ellas. Mi mente entonces se transportó a otros tiempos, y el bosque oscuro y la noche estrella desaparecieron para mí, volviendo al día en que todo cayó, mi familia, mis amigas, y mi querido hogar. Paré de caminar de repente y mi mano tocó el tronco de un árbol; y ahí se quedó. Apuesto a que me parecía a una estatua. Los minutos pasaron rapidamente, pero para mí fueron casi eternos. Sentía que nunca iba a salir de aquella fantasía, soñando siempre con volver a ver a mi familia, a mis amigas, y todas aquellas personas que dejaron marcas positivas en mi corazón.
     Pero afortunadamente, volví a la realidad justo a tiempo, porque unos segundos después, mientras miraba confundida a mi alrededor, preguntandome a donde había ido el fuego y el humo del ataque en el día de mi cumpleaños, oí un chasquido y una flecha pasó cerca de mí, que si yo me movía un centímetro más se hubiera clavado en mi ojo derecho. Yo lanzé un grito y tontamente recojí la flecha, para empezar a examinarla. Pero lo que no sabía era que un nuevo ataque iba a venir.
     Fue demasiado rápido. Primero estaba viendo la flecha, una de las que nunca había visto ya que era negra y con unos dibujos diminutos de serpientes, y luego estaba yo contra el tronco de un árbol, y un cuchillo amenazando con cortar mi cuello.
     Es una larga historia que me averguenza mucho contar (incluyendo diálogos), así que les contaré un resumen. Resulta que aquel que casi me cortaba el cuello resultó ser un chico, de unos dieciséis años, dos años mayor que yo, y era un cazador. El cabello le llegaba a los hombros, y debo admitir que era muy apuesto. La razón por la que me lanzó una flecha fue porque creyó que yo era uno de esos monstruos que a veces rondaban por los bosuqes cerca de medianoche, para luego atacar su hogar y saquear el lugar, dejando unos cuantos muertos. Años después el me reveló de que había sido un milgaro que hubiera esquivado su flecha, porque según el rey del reino en donde el vivía, él era el mejor arquero y cazador, y lo mismo decían todos los habitantes.
     -Ah, fue sólo pura suerte –le respondí cuando me preguntó cómo fue que la esquive.
     Pero volviendo a aquel momento, el me lanzó una flecha, y yo la esquive. ¿Estamos bien ahí? Luego, viendo de que yo la había recogido, se preguntó qué clase de monstruo haría eso, ya que todos ellos solo tenían el puro propósito de matar y destruir y decidió... Hacer lo que hizo. Amenzarme con cortarme el cuello. Pero eso fue lo que pasó al principio, porque después las cosas tomaron otro curso.
     Al darse cuenta de que yo era una mujer alejó un poco el cuchillo de mi cuello, pero habló y me preguntó qué hacia paseándome por aquí con una voz grave y gran seriedad. Afortunadamente yo no lloré pero durante todo ese tiempo yo me sentí muy confundida, preguntándome si solo me había despertado para luego acabar siendo aniquilada por un simple chico dos años mayor que yo que ni siquiera me conocía y me tomaba por un monstruo (lo que obviamente yo no era). Me preguntó de dónde venía, qué hacía por aquí, cuál era mi nombre y muchas otras cosas pero lo único que respondí fue mi nombre: Nishta. Ahora sé que le había mentido y era casi obvio que me iba a descubrir ya que yo soy muy mala cuando miento y la gente me mira a los ojos para ver la verdad en ellos, y en una situación como aquella era mucho peor. Felizmente, el me creyó (al menos eso creo) pero no di más información acerca de mí más que mi falso nombre. Aún no estaba preparada para decir de donde venía ni mis razones por la que yo paseaba en el bosque. Sin mencionar de que era muy tarde y casi siempre algunos monstruos rondaban por ahí.
     Después de esto él me llevó consigo, ya sin el cuchillo, pero vigilándome. Yo seguía confundida, y deseaba saber a dónde me llevaba, tenía muchas ganas de preguntarle pero algo me lo impedía, y me quedaba callada. En esa ocasin sí que sentí miedo. El intentó unas cuantas veces entablar una conversación y así tal vez descubrir más acerca de mí y (tal fue mi impresión) usarlo en contra mía y llevarme a alguna cárcel. Esos eran los pensamientos que colmaban mi cabeza en ese momento, y solo ahora me doy cuenta de cuán equivocada había estado, aunque algunas cosas las había dejado pasar sin examinarlas. Como el hecho de que todo ese tiempo el me había agarrado de la muñeca. Para mí no hubiera significado nada, y hasta ahora no lo hace, pero a algunas chicas que yo conozco las vuelve locas. Me llamaban suertuda, y no entiendo el por qué. Todo lo que pensaba era en “¿Qué será de mí?”, “¿Y ahora qué he hecho?”, entre otros. Pasó cerca de una hora, y sólo entonces descubrí a donde me había llevado aquel cazador.
     Con todas las ramas y hojas que se interponían en mi camino y vista, conseguí distinguir una gran construcción. Cuando pude acercarme más me di cuenta de que se trataba de un gran, pero gran reino. No tan grande como el de Domino, mi antiguo hogar, pero si era impresionante, aunque se veía desgastado, hecho de piedra de mármol viejo. Por fuera había una gran muralla, donde unos guradias estaban parados, vigilando el camino, y por dentro, el lugar estaba colmado de luces y linternas, con gente viniendo de aquí a allá, concentrandose en sus propios asuntos. A pesar de que aquel ambiente se veía muy común y propio de un reino, yo me asusté y no pude evitar sentir miedo y a otra vez preguntarme qué pasaría. Me aferré inconscientemente del brazo del cazador, y creí oírlo (recuerden que mi mente me engaña) tratando de calmarme. Sentí aquel raro sentimiento de nuevo, como que yo no cabía en aquel lugar, y que yo pertenecía con otros. Pero no podía decirlo en voz alta, y el hecho de que ahora tendría que permanecer callada durante los siguientes años (si es que llegaba a vivir ahí) sin revelar nada cerca de mi pasado, era descorcentante.
     El y yo entramos en el reino, pero antes de eso tuvimos que encontrarnos con los guardias, que preguntaron quién era “esa chica” que andaba con él. Tuve ganas de hablar por mí misma y decirle todo lo que habí pasado, para que no me mencionará como “esa chica”, pero tuve que controlarme y contuve todo mi enojo dentro de mí. En cambio el arquero respondió a las preguntas que aquellos guardias molestosos me hacían.
     -Ella responderá ante el rey –respondió él-, y no ante ustedes.
     Aquel fue el momento en que sentí que todo se derrumbaba. ¿Rey? ¿En serio? ¿Tendría que responder ante él? ¿Y qué rayos voy a decir ante él? ¿Eh? Fue ahí cuando empece a pensar en una historia inventada que fuera lo suficientemente creíble para que me librara de ir a la cárcel (o a un lugar peor) e irme a otro lugar más amable.
     -¿Quién es ella? –insistieron los guardias.
     -Su trabajo es guardar la puerta, no intimidar a una chica –dijo el cazador-. ¡Déjenme pasar de una vez!
     Uno de los guardias lo miró con desdén y abrió de mala gana la puerta.
     -Escúchame, Christopher, puede que seas el cazador y arquero privilegiado por el rey, y puede que la gente te ame porque tu matas a aquellos que se atreven a acercarse a nuestras fronteras para matar y destruir, pero eso no significa que tu vida sea feliz –siseó el guardia-. Porque si algún día acabas trayendo a alguien que viene de otras fronteras –y en este momento el me miró con disgusto- y ese “alguien” acaba siendo nuestra ruina, toda la culpa recaerá sobre ti, y solo sobre ti. Y no sabes las cosas que pasarán, Christopher. Las desgracias que sufrirás, oh no.
     -Mm, linda historia, ¿abres la puerta ya?
     El guardia se quitó de nuestro camino y nos dejó pasar. –Recuerda –dijo él otra vez-. No será nuestra culpa cuando el reino esté en llamas.
     -Sí, cállate ahora, ¿quieres?
     -Y creo que tú no les caes bien, ¿verdad? –dije inconscientemente, porque ya no podía quedarme con la boca cerrada.
     El suspiró. –Así es.
     -Y... ¿Tu nombre es Christopher?
     -Oh, y ahora empiezas a hablar, ¿no es así?
     -Bien, entonces me callo –sonreí.
     -Como quieras –respondió él. Y al parecer el no le veía ningún problema.
     Pero aún tenía la necesidad de conversar si quiera unos minutos, aún con aquel que casi me mata.
     -Dijiste algo sobre un rey, ¿acaso voy a tener que responder ante un rey?
     -Ah... Sí –dijo “Christopher” como si no fuera la gran cosa. Aquella respuesta me perturbó, y otra vez intenté crear una historia creíble, a toda velocidad. Pero lamentablemente nada me venía a la mente que no tuviera nada conectado con mi pasado.
     No tengo tiempo para narrar enteramente como me sentí a lo largo del trayecto, con todas aquellas personas mirándonos, a mí más que a él, y preguntándose quién era yo, cuál era mi origen, y de dónde venía. Aquellas mismas preguntas que el rey me haría, aquellas preguntas que no iba a responder por nada del mundo mas que con mentiras de las cuales muy pronto se descubrirían la verdad, estaba segura. Cuando finalmente llegamos, me encontré frente a una enorme torre, donde también habían unos guardias cuidando la entrada. Antes de entrar, Christopher me miró a los ojos y dijo:
     -Escucha, ahora mismo vas a hablar con el rey...
     -¿Pero por qué? Yo sólo soy una chica –le interrumpí.
     -Nosotros no confiamos en la gente de los alrededores tanto como antes –continuó él-. Ahora, no importa lo que te pregunte, di la verdad, porque te aseguro que no quieres mentirle.
     -¿Y qué pasa si miento? –susurré.
     Christopher alzó la cabeza y me observó con ojos graves y serios.
(Nota de la Autora: Me.. Me muero.. Tengo que ver de nuevo esta peli *-*)

     -No lo sé –mumuró-. Pero él es poderoso, tiene espías allá afuera, se entera de todas las cosas que pasan alrededor del mundo antes que nosotros, y algunos dicen de que mira más allá de lo que sus ojos ven, y puede leer mentes, e incluso enfrenta a la oscuridad, al enemigo que hasta ahora se esconde. Por eso se ve tan viejo a tan temprana edad.
     -¿Y por qué me cuentas todas esas cosas? –dije, temblando- ¿No se supone que soy un enemigo?
     -...Eso sólo lo decide el rey –dijo el finalmente, para luego guiarme dentro de la torre.
     Debo admitir, el lugar se ve mejor por dentro que por fuera. Era un enorme salón con paredes de márbol blanco, cuadros de los anteriores reyes y gobernadores estaban colgados en las paredes laterales y en algún lugar del enorme salón brillaba el fuego de una chimenea. Apenas uno entraba se encontraba con una larga alfombra de color rojo oscuro y con un gran candelabro colgado del techo, que era gris. Había dos largas mesas grises acompañadas con cuatro sillas y taburetes en cada lado de la habitación, sumando cuatro en total; y habían puertas en cada lado también, que bien podían guiar a las caballerizas o establos. Pero lo primero que ví y más me llamó la atención fue el trono que se encontraba al fondo, donde un viejo hombre se encontraba sentado, sosteniendo un cetro que creí yo que estaba hecho de oro, lo que me impresionó mucho, pero el aspecto del supuesto rey no me gustó mucho.
     Tan concentrada estaba en observar mis alrededores de que no me dí cuenta que había sido empujada hasta el centro del salón, donde el rey me esperaba. Cuando volví a la realidad, me asusté al ver como el me observaba, y sus ojos me dijeron de que era alguien astuto y en quien no se puede confiar; ambicioso y de un corazón que se estaba volviendo oscuro.
     -Oh, por Dios, Christopher, ¿qué has traído ahora? –inquirió el hombre viejo, y otra vez me enfurecí cuando me di cuenta que el rey se había referido a mi como una cosa y no una persona-. ¿Me has traído uno de esos monstruos que pueden tomar la forma de un humano?
     - No, créame Su Majestad, ella no es uno de esos –pude notar que Christopher estaba nervioso-. Es... Lo que es.    
     -¿Entonces qué es? ¿Quíen eres? –me preguntó el demacrado. Fue ahí cuando mi enojo y miedo se mezclaron al mismo tiempo, y sentí la necesidad de insultarlo indirectamente y responder a su pregunta con una mentira que, con suerte, no descubra.
     -Para la información de Su Majestad yo no soy uno de esos monstruos que, según he oído, atacan su reino cerca del anochecer y yo tan poco sé, pues nunca los he oído mencionar en mi infancia, ni en leyendas o cuentos de hada –respondí rapidamente-. Mi nombre es Nishta, y vengo de... –no supe que decir y tuve que pensar en una mentira a la velocidad del rayo-. De un pueblo pequeño que, supongo, está ahora... Quemado.
     -¿Quemado, dices? ¿Nunca has oído de aquellos monstruos, dices? –dijo el rey-. Debes venir de un pueblo pequeño e insignificante, en verdad... ¿Qué pasó? Cuéntanos tus desventuras.
     -Ah... –meneé la cabeza ligeramente, tratando de pensar en alguna historia falsa, o algo que hubiera aprendido en la clase de historia de Alfea, aquella escuela de hadas, que solo el cielo sabe qué ha pasado con ella-. Mi pueblo –empecé y mi voz se puso aguda por unos instantes por el nerviosismo-. Mi pueblo, en el que yo vivía, fue... Quemado. No sé por quién ni por qué, no estoy muy enterada de los verdaderos hechos, pero yo... –suspiré y traté de recordar lo mejor que pude los hechos y el día en que mi vida cambió para siempre, aquel día en que mi hogar fue destruido. Esta sería la peor mentira de todas y no me sorprendería si alguien descubriera la verdad, esta historia de Nishta iba a ser basada de mi verdadera historia, de mi pasado, y estaba corriendo un riesgo pero no me importaba con tal de salir de aquel salón. Ahora era el momento en que yo cruzaba la raya, desde ahora, desde este mismo momento, supe que mi vida era una mentira total-. Yo desperté, pues oí sonidos de peleas y gritos en el exterior. Descubrí que mi hogar estaba siendo atacado por... Personas que nunca había visto, y yo traté de huir, justo a tiempo antes de que mi casa fuera incendiada. No creo que mi familia haya sobrevivido. Huí del lugar sin ser vista en medio de toda la destrucción, me subí a un bote y... Al parecer nadie se dio cuenta que yo me estaba alejando, y remé. Pero entonces mi bote se hundió y yo nadé hasta la orilla... Y creo que uno de ustedes sabe cómo continúa esto.
     -Vaya, eres muy suertuda por haber conseguido escapar de ahí, e ilessa por añadidura –comentó Christopher, pero yo sentí que su comentario estaba enteramente hecho de sarcasmo. Sentí que ellos ya habían descubierto la verdad apenas habían oído las palabras salir de mi boca.
     -Cosas así pasan –respondí tranquilamente-. A veces, raras veces, cosas imposible pasan... Y los llamamos milagros –miré el suelo y sonreí, deseando que las Winx salieran de la nada y así todo volviera a la normalidad-. Aún no he visto uno... Pero sé que muy pronto lo haré.
     -Hablas con mucha confianza, Nishta –dijo el rey (que más tarde descubrí que se llamaba Alfred)-. Demasiada, diría yo. ¿Por favor, cuántos años tienes?
     -Catorce años, Su Alteza –respondí.
     -¡Catorce! –repitió él-. Christopher es sólo dos años mayor que tú.
     -No entiendo cómo su edad puede ser de tema tan importante, Su Majestad –oí al mencionado decir. Sonreí.
     -Oh, no entiendes, hijo, la importancia de las cosas... Incluso las cosas más insignificantes pueden  valer... Oro –dijo el rey y se inclinó sobre su asiento-. ¿Qué es eso que cuelga de tu cuello, pequeña? –preguntó.
     Entonces me di cuenta de que durante todo ese tiempo el rey se había fijado en el collar que yo llevaba colgado del cuello. Un pendiente con forma de corazón, con una cadena de plata, que, según mi madre, aquella que me lo entregó en el día de la destrucción, iba a protegerme cuando me contrara en peligro, pues la Llama del Dragón se encontraba en él. Pero ahora que lo pensaba, ya no confiaba tanto en sus palabras.
     -Esto –dije yo-, es un collar, un regalo de mi madre. 
     -Muy interesante –murmuró el rey-. ¿Podría echarle un corto vistazo? Se ve muy... Brillante y... Valioso –yo dudé al oír aquellas palabras, pero el era la máxima autoridad, y sabía que no podía negarle nada. Tuve miedo otra vez, porque temía que el descubriera la verdadera abilidad del collar, echando todo mi plan a perder. Pero una orden era una orden...
     -Por suspuesto –dije y me saqué el collar y sosteniendo en la mano, la extendí para entregárselo. Pero algo en mí me decía “No lo hagas”. No sabía si hacerle caso o no, pues si yo desobedecía al rey en esta clase de cosas me podría traer problemas. O no. En verdad era muy molestoso no haber nacido con el don de ver el futuro, como otros sí. Mientras yo alzaba mi mano, me preguntaba si en verdad debía entregárselo o no, y si esto me llevaría a la muerte o en cualquier cosa diferente. “¿Sí o no? ¿Si o no?” me repetía “Sólo falta poco para que lo tenga en sus manos, y de seguro todo terminará en tu muerte, nada de esto habrá valido la pena”.
   Entonces reaccioné.
   -Pensándolo bien –tartamudié mientras retiraba mi mano y metía el collar en mi bolsillo rapidamente-, esto es muy demasiado valioso... Al menos para mí. Es el único recuerdo que tengo de mi familia y yo no quiero... –tragué saliva. Sabía que mi razón era la más estúpida de todas, pero slo esperaba que Alfred me perdonara por eso. Pude sentir como todas las personas presentes me miraban asombrados.
   El rey, en cambio, no dijo ni una sola palabra, salvo su expresión de asombro, y retiró su mano lentamente, hasta sentarse en su trono
   -Muy bien –dijo lentamente-. Que así sea –entonces le hizo una señal a los guardias parados junto a la puerta. Sentí un escalofrío. Uno de ellos me agarró del brazo bruscamente-. Llévensela.
Si, esta es la nueva versión. Larguísima, pero creo que está bien. Y también tengo que escuchar más bandas sonoras de películas, para saber que música elegir. Aah... Mi mano me duele xD Bueno, creo que ya puse una imagen de como se ve "Christopher". Si, ya sé, nombre demasiado común, pero pronto se me ocurrirá algo. Como que ese no es su nombre real, no sé. Spoilers! xD
Falta mucho para parte 2... Y hey! Esta es como la segunda vez que publico dos capítulos en un mes! Récord! Hehe!

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